El tiempo ya se ha detenido. No pasan las horas, no llegan los minutos, no siento los segundos. Es el momento de saborear. Acaban de destrozar, saboreando, descuartizado, hecho girones, vivaz, multiplicado al enigmatico Brouille.
Un mundo imposible. Un arte concretado en la esencia desde otra realidad. El ser hecho olor. El olor convertido en esencia. La infinidad de interrogantes convertidos en olores. El momento del aislamiento, de encontrarse solo consigo, ajeno, alejado, olvidado de todo lo humano, para intentar llegar a su esencia, a su plenitud. Todo el descubrimiento de su esencia, la ausencia de olor, el obispillo sin perfume, la realidad transformada en maldad. Es su sino, y con él su busqueda, su continuo batallar.
y sin esperarlo aparece la guinda perfecta: lo hizimos por amor. Imposible mejor final. Y ahora aparece la duda de una nueva inmersion, será un comienzo, o mejor un recomenzar, dudoso, sin acieto asegurado. Se ha superado La paloma, El perfume es la perfeccion.
