Fueron días de ajetreo. Hay que atender el rito. La parte del protocolo, con el alcalde, con nuestro Jardín de variedades del olivo. Allí donde acudimos, nos acompañan plantones de olivos que dejamos plantados, cual testigos precisos de nuestro punto de unión. Variedades que nos situan en nuestros territorios de procedencia, expresados en nuestras variedades de olivos. Seguimos con la parte más técnica. Nos arrugamos al escuchar la relación del aceite con la cultura. La asamblea. Y después el oleoturismo. Llegamos a la Aparecida donde nos encontramos con el museo del Tio Jose Maria. Todo un descubrimiento, un verdadero lujo para los sentidos. Un nido de aprendizaje de toda una cultura, de toda una forma de vivir, transformar y atender al vecindario.
Las bromas y la vitalidad de Manolo El sereno nos contagia. Un buen encuentro. Un disfrute en torno al aceite, a su cultura, a su patrimonio.